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Calidad de vida

Tras el tratamiento oncológico se pueden dar distintas situaciones, en algunos casos se produce la remisión del cáncer y en otros se cronifica la enfermedad, pero en ambas ocasiones aparecen secuelas de distinta intensidad en las personas afectadas. Así, podemos encontrarnos con efectos durante el abordaje de la enfermedad, de manera inmediata a la finalización del tratamiento o bastante tiempo después, es decir, efectos secundarios tardíos.

Dichas consecuencias, que pueden venir provocadas por la cirugía, las alternativas terapéuticas o por la propia enfermedad, pueden desaparecer en unas semanas tras la intervención o la finalización del tratamiento pero, otras veces, pueden perdurar durante un largo periodo e incluso devenir crónicos.

Seguimiento médico

Una vez finalizado el tratamiento oncológico, las personas afectadas siguen visitando a su equipo médico para comprobar que la enfermedad no reaparece y para descartar que la aparición de síntomas tardíos pueda responder a un nuevo foco tumoral. En este sentido, es fundamental compartir con el grupo de profesionales que atiende al paciente todos los detalles sobre las secuelas y los eventuales cambios en la sintomatología.

Estas visitas médicas, que al principio se producen cada 3 meses y más tarde cada 6, pasan a ser citas anuales con el paso del tiempo y suelen prolongarse durante años tras la remisión.

Tratamiento de efectos secundarios

Los tratamientos paliativos se aplican para minimizar o hacer desaparecer los efectos secundarios y secuelas del proceso oncológico. Puede recurrirse a ellos durante el tratamiento y en la fase de supervivencia al cáncer, puesto que, tal y como se ha mencionado, pueden aparecer síntomas en diferentes momentos de la enfermedad o con posterioridad a la misma.

Existen numerosos tipos de cuidados en diferentes campos y áreas: tratamientos médico-farmacológicos, asesoramiento nutricional, rehabilitación fisioterápica, técnicas de relajación y apoyo emocional o espiritual, entre otros.

Algunos de los tratamientos son los siguientes:

Rehabilitación pulmonar

Ejercicios físicos

Calidad de vida Ejercicio físico

La actividad y el ejercicio físico son importantes también en pacientes y supervivientes oncológicos, pues ayudan a mejorar la capacidad respiratoria, a fortalecer la musculatura y a aliviar la disnea y la fatiga.

Es recomendable, siempre que se pueda y bajo prescripción médica, seguir una rutina de ejercicios durante todo el proceso de la enfermedad. Esta rutina debe estar supervisada por una persona profesional de esta área que adapte los ejercicios a cada caso.

La incorporación de estas rutinas de ejercicio ayuda a las personas pacientes a afrontar o reducir el impacto de los síntomas de los tratamientos y a mejorar su estado de ánimo. En caso de supervivencia a la enfermedad, los ejercicios o incluso, en la medida de lo posible, practicar algún deporte ayudan en la recuperación y a mantener o mejorar la capacidad pulmonar afectada con los tratamientos.

Educación respiratoria
La respiración es un acto tan cotidiano que se tiende a pensar que se hace correctamente y que no tiene ninguna complejidad, por ello causa sorpresa saber todo lo que se puede aprender para mantener un buen hábito respiratorio. En este sentido, existen técnicas muy útiles en pacientes y supervivientes de cáncer de pulmón como el aclaramiento de vías aéreas, la respiración diafragmática, la respiración segmentaria y la relajación muscular progresiva.

Otras formas de ejercitar la capacidad pulmonar se llevan a cabo con productos domésticos especializados. Estos aparatos miden la velocidad a la que se aspira, para controlar que no se haga ni demasiado rápido ni demasiado lento, y el volumen de aire aspirado. Con una práctica regular, se puede llegar a mejorar los hábitos respiratorios e incrementar la cantidad de aire de las inhalaciones.

Soporte nutricional

Calidad de vida Soporte nutricional

Las personas supervivientes de cáncer pueden tener deficiencias inmunitarias y presentar cicatrices debido a los tratamientos y al propio cáncer. Los hábitos nutricionales inadecuados pueden conllevar una pérdida de peso, desgaste muscular, menor capacidad de ejercicio y, lo más importante, un riesgo alto de infecciones.

El soporte nutricional asistido por profesionales con experiencia en casos oncológicos aporta considerables beneficios y mejora de la calidad de vida, tanto para pacientes en tratamiento como para supervivientes.

Soporte psicosocial

Calidad de vida psicológico

Aunque pueda parecer contradictorio, la noticia de la supervivencia al cáncer también conlleva un impacto psicológico. Tras un tiempo prolongado en tratamiento, con visitas médicas frecuentes, pendientes de la enfermedad, las personas supervivientes pueden tener sentimientos opuestos simultáneamente, alegría o felicidad y confusión o preocupación.

Así, las personas afectadas albergan al mismo tiempo sensaciones positivas y optimismo y también experimentan cierto sentimiento de abandono porque no se encuentran bajo una estrecha supervisión médica.

Por ello, la terapia psicológica es clave en personas que necesitan ayuda para gestionar la vuelta a una vida en la que el cáncer ya no ocupa gran parte de su tiempo. La reincorporación al trabajo, las relaciones afectivas, la aceptación de una rutina médica menos intensa, pueden afrontarse debidamente si se tienen las herramientas emocionales para aceptar la nueva situación.

Por otra parte, acciones como terapias cognitivas conductuales o grupos de apoyo, aportan importantes beneficios como el manejo del estrés, la asimilación de los cambios físicos y psicológicos asociados a la enfermedad y un mejor autocuidado.

Vida saludable

Los diferentes tratamientos tienen secuelas que afectan a la vida de las personas supervivientes. Es lógico pensar que una cirugía en la que se practica una resección de una parte del órgano respiratorio puede conllevar dificultades respiratorias o que ciertos tratamientos pueden generar fibrosis pulmonar.

Por ello, tanto durante el proceso oncológico como después de él, es importante que se mantengan unos hábitos de vida saludables, con una alimentación equilibrada, la práctica de ejercicio y la evitación de factores de riesgo.

***NOTA. Cabe señalar que las capacidades de una persona superviviente de un proceso oncológico pueden no ser las mismas que antes de este proceso. Por ello, muchas de estas acciones -como la nutrición o la práctica de ejercicio-, deben estar recomendadas o supervisadas por equipos de profesionales especializados en este tipo de casos.***