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El consumo de tabaco y su relación con el cáncer de pulmón

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El consumo de tabaco, que en términos médicos conocemos como tabaquismo, es la primera causa de mortalidad en los países desarrollados. Se trata de una adicción causante de múltiples enfermedades cardiovasculares, pulmonares y tumorales, siendo el factor de riesgo principal para el desarrollo del cáncer de pulmón.

Ya a principios del siglo XX se describieron las primeras sospechas de que unas sustancias químicas denominadas hidrocarburos, presentes en el humo del cigarrillo, podrían estar relacionadas con la aparición de cáncer en el pulmón, aunque fue en 1950 cuando los estudios de un grupo de científicos confirmaron esta asociación como una relación de causa y efecto.

En la actualidad la relación causal entre tabaco y cáncer es uno de los hechos más reconocidos en la comunidad científica, que nadie pone en duda. Hoy día los estudios genéticos fortalecen la fuerza de esta asociación y ofrecen explicaciones científicas detalladas y precisas. El tabaquismo causa aproximadamente el 90% de los casos de cáncer de pulmón en los hombres y el 80% en las mujeres.

Hasta hace pocos años el riesgo de padecer cáncer de pulmón se atribuía únicamente a los fumadores activos, los que encendían y fumaban el cigarrillo, pero en el momento actual está sobradamente demostrado que también el fumador pasivo, el que inhala el humo del cigarrillo que otro está fumando (humo de segunda mano o humo de tabaco ambiental), tiene aumentado el riesgo de acabar desarrollando cáncer de pulmón. Se cree que el humo de segunda mano causa más de 7.000 muertes por cáncer de pulmón cada año.

El riesgo de cáncer de pulmón aumenta con la dosis diaria, la dosis acumulada (el número de años de consumo de tabaco) y con el inicio de fumar a edades tempranas. De tal manera que cuanto mayor consumo diario, mayor sea el tiempo que lleva fumando y más pronto empezara a fumar, mayor es la probabilidad de tener un cáncer de pulmón. Hay otros factores de riesgo que pueden aumentar las probabilidades de padecer este tipo de cáncer, pero el fumar es el más importante de todos ellos.

También es evidente que algunas personas son más susceptibles que otras al efecto del humo del tabaco para causar cáncer. Y también es conocido que existe una predisposición familiar o genética, de tal manera que los hermanos, hermanas e hijos de aquellas personas que han padecido cáncer de pulmón pueden tener un riesgo ligeramente mayor de padecer ellos mismos el cáncer de pulmón. No está claro cuánto de este riesgo pudiera deberse a la genética y cuánto a la exposición al humo de tabaco compartida en el hogar.

Uno de los principales objetivos de cualquier política sanitaria debe ser el control y la prevención del tabaquismo

Cuando observamos las estadísticas sobre mortalidad por cáncer de pulmón y la evolución en el tiempo del consumo de tabaco se comprueba que siguen caminos paralelos, aunque con unos años de diferencia. De tal manera que una sociedad que logre disminuir el número de personas que fuman, está garantizando, transcurridos pocos años, una disminución del número de muertes atribuibles al cáncer de pulmón. Es por ésto que uno de los principales objetivos de cualquier política sanitaria debe ser el control y la prevención del tabaquismo.

Se tiende a pensar que cuando a una persona le diagnostican cáncer de pulmón va a dejar de fumar de manera inmediata, pero la realidad es muy distinta. En algunos estudios se destaca que entre el 40 y el 60% de los pacientes con cáncer de pulmón continúan fumando después del diagnóstico.

La continuidad en el consumo de tabaco en pacientes con cáncer puede reducir el número de años de vida, aumentar el riesgo de la aparición de un segundo tumor pulmonar y disminuir la efectividad del tratamiento médico.

Una sociedad que logre disminuir el número de personas que fuman, está garantizando, transcurridos pocos años, una disminución del número de muertes atribuibles al cáncer de pulmón

Por otra parte, se ha constatado que la cesación en el consumo de tabaco en este tipo de pacientes tiene efectos positivos, como la disminución de las complicaciones quirúrgicas y del postoperatorio, la reducción de las complicaciones de la radioterapia, una mayor tolerancia y resistencia para realizar esfuerzo físico y una mejora significativa de la calidad de vida.

El abandono del tabaco también reduce el riesgo de aparición de una recurrencia de la enfermedad (metástasis). Por eso es muy importante que el tratamiento del tabaquismo, el ayudar a dejar de fumar, forme parte del manejo del paciente con esta enfermedad.

Dado el alto porcentaje de pacientes con cáncer de pulmón que siguen fumando y los importantes y contrastados beneficios de su abandono, sería necesario desarrollar y ofrecer un tratamiento integral que incluya ayudar a dejar de fumar a este grupo de pacientes. Los programas que ofrecen consejo, apoyo psicológico, terapia farmacológica y un amplio seguimiento presentan una elevada eficacia y deberían formar parte del manejo habitual de estos pacientes.

Dr. Pedro Plaza Valía. Servicio de Neumología. Hospital Universitario Doctor Peset

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